18 de marzo de 2015

LA PRIVATIZACIÓN DEL AGUA

Isac Hernández

No hablemos de Leyes, Reglamentos o Códigos que ni los Diputados y Senadores entienden, hablemos de lo que es correcto, nuestro derecho a ser informados y respetados. Como ciudadanos hemos dejado que las daciones públicas se vuelvan privadas y no sabemos realmente lo que aprueban o no los Diputados y Senadores.

La indignación tarda en presentarse en la población, pues las leyes no se aplican de la noche a la mañana; si cada mexicano fuera consciente  de la privatización que se quiere hacer del agua y de las consecuencias que esto acarrearía, estuviera pidiéndole cuentas a sus representantes. Si el capital privado invierte en la infraestructura hidráulica construida por el Gobierno Federal dará pie a que “Conagua” quiebre y queden los privados como dueños del abastecimiento del agua. No es más que privatizar el agua en nuestro país, eso es la Ley General de Aguas que se quiere aplicar.

Cuando un capital privado “extranjero” invierte en un país como el nuestro su capital está protegido por el Derecho internacional y, si además, nuestra la ley está a favor de la inversión privada, sólo la ciudadanía puede contener dicho control nefasto que se pudiera  dar en controlar nuestra agua. Los capitales privados sólo quieren recuperar su dinero y ganar más de lo que invirtió, sin pensar en el perjuicio a terceros.  

La Constitución Política de 1917, en su artículo 27 nos protegía y no dejaba que privados invirtieran en un sector tan estratégico para el bienestar de la población como lo es el agua, pasaron los años y en vez de que se fortaleciera o “siquiera” se dejara igual, se reformó y ahora todo lo público se puede volver privado. Un ejemplo fue el de TELMEX; antes fue público y ahora es privado y pagamos demasiado por las llamadas, así puede pasar a quien nos abastece el agua si pasa a manos privadas pagaremos demasiado por este servicio.          
   
Al reformar y entregarles a particulares el control y el manejo del agua estamos arriesgando nuestro futuro como país, en el mundo moderno nadie vive sin agua y petróleo, como sociedad estamos pisando terrenos escabrosos, nadie está preparado para hacerle frente a los peligros que se puedan presentar, pero es momento del despertar ciudadano, la afectación es pareja; el agua no se hace ni se compra sólo se recolecta o se entuba y el negocio es de miles de pesos, lo único que los detenía era el modelo Pos-revolucionario de nuestra ley, ahora se convierte con estas reformas en un modelo neoliberal donde la oferta y la demanda prevalecen por encima del bien común.

Me despido con un pensamiento de Mahatma Gandhi, el mayor propulsor de la desobediencia civil; decía que «cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer».

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