20 de mayo de 2014

GRACIAS POR TU LOCURA


Paula y Patricio
(Radio Mochila)


El mismo día que llegamos a Teocelo lo conocimos.

Comimos algo con algunos compañeros y compañeras de la radio, y nos fuimos directo a conocer las instalaciones. En el camino pasamos frente a su casa. Estaba en la misma situación en la que lo volveríamos a encontrar varias veces más. Tomando calorcito dentro de su Renault 12. El carro, también conocido como el “Yayo móvil”, nos mostraba a través de sus marcas cuánto había andado y cuánto lo había acompañado. Así que así lo conocimos a Yayo, que junto a su compañera doña Conchita y su querido perrito, solían salir de la casa y meterse al carro los días de calor para dormir una siestita o conversar, disfrutando del calor que el Renault les guardaba los días de sol.

Del colectivo de la radio, Yayo era el más antiguo. Estaba en la emisora desde los inicios. Y la radio está llegando a los 50 años de existencia. Sí, toda una vida en esta radio comunitaria.

Fueron dos meses y medio los que estuvimos de visita en Radio Teocelo, así que hemos compartido bastante momentos con él. A pesar de que los problemas de salud, cada vez le impedían más salir de su casa. Apenas se sentía con fuerza, se aparecía a hacer su programa histórico y más escuchado de la emisora: Las rancheritas de la tarde.

“Ya llegueeeeeeeeeeeeeeee”, era lo primero que decía en cuanto prendía el micrófono. No terminaba de decirlo que ya los teléfonos sonaban sin cesar. Una llamada detrás de la otra, para saludarlo, decirle que se alegraban que estuviera de nuevo en el programa, que lo habían extrañado, que se mejorara del todo pronto... y tantas palabras de afecto que es imposible acordarse de todas.
Antes de ser el popular locutor de la XEYT (como también se la conoce a Radio Teocelo) fue el técnico de la emisora. Sabía mucho de cables, audio y conexiones.

Cuando alguien se va, de golpe se te vienen muchos momentos vividos con esa persona. Todos juntos. Y eso nos pasa, se nos aparecen todo esos momentos que vivimos en Radio Teocelo y con Yayo. Más por lo fresco que están esos recuerdos porque fue hace muy poco.

Por ejemplo, como el día que nos preguntaron si sabíamos manejar para que pudiéramos llevarlo a la radio junto a Conchita. Así Pato tuvo el honor de manejar el Yayo móvil.

Bueno, es mucho lo vivido que quedará en nuestro corazón.

Pero hay algo que ahora se nos viene en especial a la cabeza: un día hicimos una charla en la radio sobre el software libre, porque estaban migrando de sistema y nosotros los estábamos ayudando. Yayo, a pesar de sus molestias, vino. Y escuchó atento. Cuando terminamos se nos acercó y nos preguntó qué se necesitaba para poder poner ese programa. Porque él también quería instalar software libre en su computadora. Y así lo hicimos.

  Esa fue una de las enseñanzas que nos dejó. A pesar de las dificultades que cada vez más le presentaba su cuerpo, él quería seguir aprendiendo. Y sí la radio iba por un cambio, él también quería hacerlo. Porque en definitiva sentimos que la radio y él era uno solo.

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La radio comunitaria es para locos, locos lindos como decimos por el sur del continente. Locos que dedican su vida, locos que (como nos dijo un amigo) se casan con el proyecto.
A lo largo de estos años conocimos muchos locos y muchas locas. Locos que se divierten, que se enbroncan, locos que se aman, y que se pelean por la radio, locos que se han casado, locos que se han separados por hacer radio.

Un proyecto de comunicación comunitaria es 90% pasión y 10% del resto.

Eduardo, Yayo o Yayito, era uno de esos locos. Uno que tenía la casa llena de aparatos de radio. Y entre tantas cosas tenía una luz que le indicaba si se había cortado el transmisor o si era un bache.
 Un loco que cuando las fuerzas comenzaron a abandonarlo, siguió como pudo. Armó un enlace de radio para trasmitir desde su casa hacia la radio, y de ahí a los corazones.

Un loco que volvía al estudio de radio y se rejuvenecía 20 años. Un loco que cuando hacía los programas después de una ausencia de días, la gente no paraba de llamar para decirle cuanto lo querían y él los reconocía tan solo con escuchar su voz. Un loco que cuando en el pueblo se hacen desfiles los niños del lugar salen con un micrófono, una gorra y un cartel que dice “Yayito”. Un  loco que nos dejó compartir esa linda locura.

Gracias Yayito, buen viaje y que nos sigas enviando ondas desde donde estés.


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